LAS ADICCIONES TRANSFORMAN EL CEREBRO
Los científicos detectaron cambios en los circuitos cerebrales de ratones ‘golosos’e intentaron ayudarles a deshacerse del hábito de comer azúcar.
Nuevo experimento en roedores ha permitido a
científicos estadounidenses detallar hasta qué punto y de qué manera los malos
hábitos cambian la fisiología humana. Una vez adquirida una adicción, esta deja
en ciertos circuitos del cerebro una huella duradera que obliga a las personas,
y también a los animales, a responder a sus ansias, muestra un artículo de Duke
Today.
Los fisiólogos de la Universidad de Duke, en
Carolina del Norte, entrenaron a ratones de laboratorio sanos para que
ingirieran azúcar hasta desarrollar un hábito de consumo e incluso adicciones
de diversa intensidad. Para acceder al dulce los pequeños animales tenían que
apretar una palanca, una destreza que adquirían con rapidez.
No todos los ratones resultaron receptivos, pero
los que se engancharon con pequeñas dosis de azúcar mantenían presionada la
palanca incluso después de que les retiraran el suministro de azúcar.
Posteriormente, el equipo analizó la actividad
eléctrica en los cerebros de ambos grupos de animales.
En particular, los científicos se mostraron
interesados por los ganglios basales, una compleja red de circunvoluciones
situada en la sustancia blanca central de los hemisferios cerebrales. Los
fisiólogos saben que esta área es responsable de las acciones motoras, los
comportamientos compulsivos y las adicciones, entre ellas las creadas por las
drogas. Dos tipos principales de caminos en su interior conducen a mensajes
opuestos: ‘adelante’ y ‘párate’.
Un nuevo método de etiquetado utilizado en Duke
permitió a los investigadores medir la actividad a través de docenas de
neuronas simultáneamente en el mismo animal. El equipo observó que en los
ratones ‘golosos’ la vía que induce a la acción se activaba antes que la de
parar, mientras que en los cerebros de los ‘no adictos’ la señal de parada
precedió a la de actuar.
Los cambios en los circuitos cerebrales de los
ratones ‘golosos’ eran tan duraderos y visibles que permitían determinar qué
ratones habían desarrollado un hábito con solo observar ciertas partes aisladas
de sus cerebros en una placa de Petri.
Para ver si se podía romper el hábito, los
científicos cambiaron de modelo estímulo-respuesta recompensando a los roedores
solamente si dejaban de presionar la palanca. En los ratones más exitosos a la
hora de abandonar el hábito, las células que inducían a actuar eran más
débiles.
De momento el equipo desconoce cómo se podría
aplicar este hallazgo para ayudar a los seres humanos a superar sus adicciones.
Sin embargo, la directora de la investigación, la profesora asociada de
Neurología y Neurobiología en el Centro Médico de la Universidad Duke Nicole
Calakos, no pierde el optimismo: “Algún día seremos capaces de influir sobre
estos circuitos en las personas para ayudarles a promover los hábitos que
queremos y eliminar los indeseables”, señaló a Duke Today.
Sesiones y consultas
Dra. María Teresa Charún
Psicóloga Clínica Educativa
Máster en Salud y Bienestar Comunitario
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